El imperialismo y el SIDA en Africa

Obrero Revolucionario #1067, 20 de agosto, 2000

Soy de Uganda. Tengo 14 años y curso sexto de primaria. Tengo cuatro hermanos y tres hermanas, todos menores que yo. Quisiera hablarles del SIDA y de sus problemas.

El SIDA es el síndrome de inmuno-deficiencia adquirida. Esa terrible enfermedad mató a mis padres en 1992. También mató a los hermanos y hermanas de mi padre, y ha matado a muchos hombres y mujeres de Uganda.

Han cerrado muchas casas, pero la nuestra no. Como nos dejaron huérfanos, nos quedamos ahí. Cuido a mis hermanos y a mi abuelo. La abuela murió en 1992 y el abuelo no tiene quien lo cuide; tiene 84 años, sufre de problemas de la vista y no ve bien. Vive cerca; así que me toca cuidarlo a él y a toda la familia.... Los demás huérfanos viven igual: en chozas, sin cobijas, no comen carne ni azúcar. A veces los vecinos les dan de comer; si no, comen una vez al día.... La maestra nos dice huérfanos, pero no me gusta que me digan así. Nadie quiere que le digan eso, pues nos tratan como animales.

Huérfano de Uganda

Del 9 al 13 de julio, se celebró el ecimotercer Congreso Internacional del SIDA en Durban, Sudáfrica, con la asistencia de más de 12.000 científicos, activistas del SIDA, trabajadores de salud comunitaria, médicos, enfermos del SIDA, etc.

Por primera vez el Congreso se celebró en Africa (donde el SIDA ha cobrado la mayoría de sus víctimas) y puso de relieve la terrible devastación que ha causado; sin embargo, la prensa destacó dos temas: el debate sobre el papel del presidente sudafricano Thabo Mbeki y las promesas de las compañías farmacéuticas de ofrecer algunas medicinas a bajo costo a enfermos del SIDA.

Al presidente Mbeki lo criticaron por nombrar a una comisión a varios "disidentes del SIDA", proponentes de la desacreditada teoría de que el virus VIH no causa el SIDA. La prensa dio a entender que está de acuerdo con esa teoría, a pesar del hecho de que él hace referencia constantemente al VIH/SIDA y así lo mencionó en su intervención ante el Congreso. Por otra parte, se burlaron de él porque dijo que los tratamientos de los países ricos no funcionarán en Sudáfrica, debido a las grandes deficiencias del sistema médico heredado del apartheid.

Todo eso hizo titulares, pero los medios no divulgaron los planteamientos del presidente sudafricano sobre la terrible pobreza que impera en el continente. Mbeki señaló que la pobreza es el caldo del cultivo del SIDA, condenó "las inaceptables disparidades de riqueza" y dijo: "Para la mayoría de la población del planeta, cada paso, desde la infancia hasta la vejez, se da a la sombra de la pobreza y la injusticia, con una terrible carga de sufrimiento y enfermedad".

La prensa occidental tergiversó la posición de que la pobreza y la opresión desempeñaron un gran papel en la epidemia del SIDA.

Con la abolición del gobierno de apartheid en Sudáfrica, Mbeki y el Congreso Nacional Africano (CNA) trabajaron de la mano con los imperialistas para efectuar la transición a una dictadura solapada, en que el viejo colonialismo comparte el poder con la nueva burguesía compradora negra. Su camino es el camino neocolonial del "desarrollo" a través de las inversiones imperialistas, camino que jamás liberará al país ni resolverá los grandes problemas de pobreza y disparidad. Para eso, los países africanos tendrán que botar al imperialismo. ¡Qué indignante que los mismos imperialistas, que son los culpables de la deplorable situación que propicia el SIDA en Africa, culpen a Mbeki, como si él fuera el mayor obstáculo a la lucha contra la epidemia!

Encima, las compañías farmacéuticas, que durante los últimos diez años han sacado billones de dólares e impedido que millones de enfermos del SIDA recibieran terapias que les podrían salvar la vida, ¡se las dan de grandes salvadores de Africa! De verdad, ¡la hipocresía imperialista no tiene límites!

La evidencia científica demuestra claramente que el virus VIH causa la infección y que la enfermedad se transmite de unos a otros. Sin embargo, la causa fundamental de la epidemia mundial, y sobre todo de la epidemia en Africa, es la situación social: pobreza, drogradicción, teorías y prácticas religiosas reaccionarias, machismo, opresión nacional y la indiferencia del sistema de salud capitalista hacia los pobres.

Si bien el SIDA se contrae por medio de un virus, la causa de la epidemia es el sistema: la sociedad de clases, las reaccionarias relaciones sociales y la miseria de las masas.

En fin, el imperialismo, el neocolonialismo y el apartheid crearon las condiciones para la epidemia del SIDA en Africa. El presente artículo examinará las medidas imperialistas que la espolearon.

Pesadilla africana

Se calcula que en la actualidad hay 34,3 millones de personas seropositivas en el mundo. El año pasado había 27,6 millones. Cada día se infectan 16.000 personas.

Africa, sobre todo el sur del continente (Africa subsahariana), ha sufrido los peores estragos del SIDA. El 70% de las nuevas infecciones se registran en esa región (aunque tiene apenas el 10% de la población mundial) y allí vive el 90% de los niños menores de 15 años infectados con VIH. Se calcula que el virus ha infectado a 34 millones de personas en la región, de las cuales 11,5 millones han muerto (25% eran menores). Solo en 1998, dos millones de hombres, mujeres y niños del continente africano murieron del SIDA.

En el Congreso de Durban, se dio a conocer que en los próximos 10 años, el promedio de vida bajará a 29 años en Botswana, 30 años en Swaziland, y 33 años en Namibia y Zimbabwe. Si no fuera por la epidemia del SIDA, el promedio de vida en esos países sería de aproximadamente 70 años. Pero actualmente, más del 25% de los adultos tienen el virus. En algunos distritos la tasa es mayor: un estudio indica que el 59% de las mujeres que acuden a clínicas de atención prenatal en Beitbridge, Zimbabwe, son seropositivas.

El SIDA ha dejado 13,2 millones de huérfanos en el mundo y 12,1 millones viven en Africa subsahariana.

Apenas 17 años han transcurrido desde el inicio de la epidemia del SIDA, y ya ha matado a más de 11 millones de africanos e infectado a 22 millones más. El sector más productivo de la población es el más afectado (adultos de 15 a 49 años de edad) y los expertos advierten que la epidemia apenas empieza.

El imperialismo en Africa

No es casualidad que Africa sea el continente que más sufre los estragos del SIDA. Durante siglos, el colonialismo y el imperialismo se han robado la tierra, la mano de obra, los minerales y demás riquezas de dicho continente, lo cual estimuló el desarrollo económico de Europa y Estados Unidos. Los negreros secuestraron a millones de hombres, mujeres y niños; se los llevaron de esclavos al nuevo mundo, donde su trabajo formó la base de la economía estadounidense.

Las potencias europeas se repartieron a Africa en la cumbre de Berlín de 1884-1885. Ni un solo africano estuvo presente. A pesar de una fiera resistencia, hacia 1900 solo dos países, Etiopía y Liberia, no eran colonias. Los colonos arrebataron la tierra, y obligaron a los africanos a trabajar en las plantaciones y minas por salarios de miseria. En el Congo, durante el reinado de Leopoldo de Bélgica mataron a más de 10 millones de personas y a muchos les cortaron las manos como castigo por no cumplir con las cuotas de producción de caucho.

Según los imperialistas, ellos desarrollaban a Africa, pero la salud de los africanos decayó y la población de muchos países disminuyó de 1890 a finales de la II Guerra Mundial.

Hacia mediados de los años 70, la mayoría de los países africanos lograron la "independencia", pero de independientes no tenían más que el nombre; eran neocolonias, pues seguían dominados económicamente por las potencias imperialistas occidentales. Tan era así que los imperialistas mataron a varios líderes nacionalistas opuestos a sus intereses económicos. Por ejemplo, en el Congo la CIA asesinó al líder nacionalista Patricio Lumumba a principios de los 60 (durante el gobierno de Kennedy). En esa época muchos países del continente se endeudaron con las potencias imperialistas, pero los grandes préstamos no beneficiaban al pueblo sino que se destinaban a la infraestructura neocolonial que permitía sacar materias primas, reprimir y forrar los bolsillos de los lacayos del imperialismo.

En los albores del siglo 21, la mitad de los africanos vive en la miseria absoluta; su vida diaria es una dura lucha por alimentarse y por subsistir un día más. Más de la mitad de la población carece de agua potable y el 70% no tiene servicios de sanidad.

Programas de ajuste estructural y el SIDA

En las últimas décadas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han instituido programas de ajuste estructural (SAP) en 42 países de Africa subsahariana. Para dar préstamos (o refinanciarlos), dichos programas requieren recortes del presupuesto y medidas de austeridad... de modo que haya dinero para pagar la deuda. Hacia finales de los años 80, la mayoría de los países africanos (con excepción de los países productores del petróleo) destinaban del 30 al 70% de las ganancias de exportación a pagar los intereses de la deuda. En esa década, hubo un flujo negativo de capital. De 1960 a 1990, el ingreso per capita bajó en un 25%: de $850 a $645 anuales.

En un momento en que los enfermos del SIDA ocupan el 70% de las camas en muchos hospitales, los países africanos han recortado el presupuesto de salud por orden del FMI. En esas circunstancias es casi imposible dar un tratamiento adecuado a los enfermos, emprender campañas contra el SIDA y prevenir su transmisión (por ejemplo, repartir condones y jeringas estériles).

En Tanzania, donde hay medio millón de huérfanos por el SIDA, el gobierno gasta apenas $3,20 anuales por persona en servicios de salud, pero gasta el triple para pagar la deuda. En los últimos cinco años, ha recortado el presupuesto de salud y educación en un 40% por presiones del FMI. Las consecuencias de los recortes son devastadoras: los hospitales y centros de salud no tienen medicinas ni equipos estériles, no pueden dar de comer a los pacientes y ni siquiera tienen papelería para llevar estadísticas.

Los recortes han perjudicado más a las zonas rurales. En Zimbabwe, cuando recortaron los fondos de las clínicas rurales, el personal del Hospital Musami apenas visitaba la mitad de las aldeas que visitaba anteriormente y atendía un 25% menos de pacientes.

Los SAP perjudican a los trabajadores de salud, muchos de los cuales pasan meses sin cobrar y necesitan dos trabajos para alimentar a la familia. Hay muchas plazas vacantes y muchos profesionales de la salud salen al extranjero, donde pagan mejor. En Ghana, la cantidad de médicos bajó de 1782 en 1985 a 956 en 1991. En la Costa de Marfil, el estudiantado de la facultad de medicina bajó en un 50% tras la devaluación de 1994; por otro lado, el costo de las medicinas subió de 30 a 70%.

Un enfermero de Senegal dice que en el centro de salud regional donde trabaja no tienen ni medicinas ni artículos básicos como desinfectantes, máscaras, guantes y jeringas desechables. El, otro enfermero y un médico de medio tiempo atienden a 150.000 personas. El realiza 70 consultas al día y muchos de sus pacientes mueren de enfermedades curables debido a la falta de medicinas y equipo. Dice: "Mi trabajo es una constante frustración. En estas circunstancias es prácticamente imposible ofrecer la atención médica que mis pacientes necesitan urgentemente".

En Senegal, había un enfermero por cada 1931 personas en 1980; en 1993, había uno por cada 13.174 personas. El mismo fenómeno (o peor) se registró en muchos países africanos en ese período.

La devaluación es una medida básica de los SAP; las devaluaciones hacen que los artículos de exportación sean más baratos, pero provocan un aumento desmesurado en el costo de productos importados, como medicinas y artículos farmacéuticos, con el resultado de que la mayoría de los africanos no pueden comprarlos.

Por otra parte, las instituciones financieras exigen que "se recupere el costo" de los servicios de salud, lo cual implica que en las clínicas cobran la consulta, las medicinas e inclusive las jeringas. Muchos enfermos no tienen para esos servicios básicos y no buscan atención médica a tiempo. En los hospitales Marewa Musami y Harare Central de Zimbabwe, la cantidad de pacientes disminuyó en 25% tras un alza de precios en 1992. Asimismo, cuando el costo de la consulta subió de Z$1,50 a Z$17 en 1994, muchos pacientes dejaron de acudir.

La carencia de atención médica ha espoleado la epidemia del SIDA. Por ejemplo, los que padecen enfermedades de transmisión sexual (ETS) o úlceras genitales tienen una mayor probabilidad de contagiarse con el virus VIH. En Tanzania un estudio concluyó que un tratamiento para ETS (que cuesta solo $2,11 por persona) reduce el contagio del VIH en un 42%. Sin embargo, en Kenia el Banco Mundial recomendó que se cobrara $2,15 por la consulta en las clínicas de ETS y como consecuencia acudieron de 35 a 60% menos pacientes. Asimismo, cuando en Zimbabwe el programa de ajuste estructural mandó cobrar por los condones en 1992, la cantidad distribuida bajó dramáticamente.

Por otra parte, la desnutrición provoca problemas de salud, facilita la transmisión del SIDA y acelera la muerte. Con los recortes de los SAP a los subsidios, los precios de los alimentos han subido de un tiro. En Zimbabwe, el precio del pan subió de la noche a la mañana de Z$1,63 a Z$2,20 y el consumo bajó en un 50%. La tercera parte de los niños africanos sufre de desnutrición. Según UNICEF, los programas de ajuste estructural han provocado un gran deterioro en la nutrición de niños, mujeres encinta y madres.

Los imperialistas cierran los ojos ante el SIDA en Africa

Estados Unidos y las demás potencias imperialistas se hacen los que apenas se enteran de la epidemia del SIDA en Africa, cuando en realidad han tenido pleno conocimiento de esa crisis por muchos años y tomaron la decisión muy calculada de no dar ayuda oportunamente.

Según el Washington Post, un informe de la CIA de 1991 pronosticó la trayectoria de la epidemia y un militar del Consejo de Inteligencia Nacional le comentó al autor: "Menos mal, en todo caso Africa tiene problemas de sobrepoblación". Otros expertos militares se enfocaron en las implicaciones para las fuerzas militares y dijeron que si muchos oficiales murieran del SIDA, "sería bueno para la moral, pues crearía mayores oportunidades de ascenso".

Otras instituciones imperialistas muestran una actitud similar. El departamento de población y recursos humanos del Banco Mundial comparó los estragos de la epidemia del SIDA y de la peste bubónica del siglo 14 y concluyó que el SIDA beneficiará a Africa: "Con cualquier modelo económico realista, si la única consecuencia de la epidemia del SIDA fuera la reducción de la población, el ingreso per cápita aumentaría".

Por muchos años, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) y la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) se opusieron a costear pruebas del SIDA en el extranjero, aunque han sido muy eficaces para el control de la enfermedad en Estados Unidos. Gregory Pappas, médico y funcionario del Departamento de Servicios Humanos y de la Salud, le dijo al Washington Post: "Se decía que las pruebas son caras y dan pie a cosas más caras. La filosofía de los expertos era no crear demanda. Es decir, si mucha gente se entera de que está infectada con VIH, en vez de simplemente morir, pedirá ayuda".

Duff Gillespie, director de población, salud y nutrición de USAID y responsable de programas del SIDA, sostenía que el gran problema de Africa era la sobrepoblación. "Duff siempre cuidaba que el presupuesto de población no se usara para el SIDA", dijo Michael Merson, ex director del programa del SIDA de la Organización Mundial de la Salud.

La avaricia de las compañías farmacéuticas

El primer día del Congreso Internacional del SIDA en Durban, 2000 personas reclamaron que las compañías farmacéuticas vendieran medicinas a bajo costo en los países pobres. Tenían pancartas con fotos de los ejecutivos farmacéuticos y los condenaban por su avaricia. Hicieron plantones en las exposiciones de Pfizer, Merck y otras compañías farmacéuticas.

En Estados Unidos, las nuevas terapias ayudan a los seropositivos y a los que sufren del SIDA a mantener la salud, pero tienen un costo anual de $12.000 por persona. En los países donde la epidemia del SIDA ha cobrado tantas vidas, esas nuevas medicinas ni siquiera se conocen. El gobierno de Zambia, por ejemplo, no podría comprar medicinas para su población ¡ni si gastara todo su ingreso nacional!

Estados Unidos y las compañías farmacéuticas han prohibido que los países africanos importen esas drogas (que cuestan mucho menos en otros países) y han bloqueado la producción de drogas genéricas de bajo costo en Africa. Estados Unidos amenazó con imponer sanciones económicas a Sudáfrica si importaba o producía medicinas, y el vicepresidente Al Gore, en su capacidad de presidente de la Comisión Binacional EEUU/Sudáfrica, encabezó la carga.

En junio de 1999, los grupos ACT-UP y Medicina del SIDA para Africa organizaron protestas contra Gore, quien estaba en plena campaña presidencial. Bautizaron la campaña de Gore "Apartheid 2000" y corearon en sus narices: "¡La avaricia de Gore mata!".

Ante la indignación mundial, Estados Unidos ha cesado sus amenazas... por ahora, pero ¿cuántas personas murieron innecesariamente? Por otra parte, las compañías farmacéuticas estadounidenses y europeas siguen diciendo que solo los dueños de las patentes deben producir las medicinas del SIDA.

Varias compañías declararon antes del Congreso que distribuirán medicinas a bajo costo en los países pobres. Pero hay gato encerrado: su verdadero propósito es evitar que esos países produzcan sus propias drogas genéricas. Además, la distribución tiene condiciones que no permitirán que las medicinas lleguen a mucha gente que las necesita.

Por ejemplo, Pfizer anunció que distribuirá fluconazole (marca Diflucan) gratis en Sudáfrica. Dicha medicina se emplea para tratar una clase de meningitis (una infección del cerebro) provocada por el SIDA y, sin ella, el enfermo muere en dos meses. Pfizer la vende en $4,15 (costo de la dosis por día) en Sudáfrica. En Tailandia producen una versión genérica que cuesta 29 centavos. Las ventas mundiales de Diflucan ascendieron a $1 billón en 1999.

Grupos como Médicos sin Fronteras (MSF) han criticado las condiciones que impuso Pfizer. El doctor Eric Goemaere destacó: "Muy decepcionantes son las condiciones de la tan sonada propuesta de Pfizer de distribución gratis de fluconazole a enfermos del SIDA. Lo más indignante es que lo clasifique de tratamiento experimental, y requiera documentación y capacitación muy onerosas. Los médicos sudafricanos son profesionales; es paternalista requerir una capacitación especial para un tratamiento rutinario".

Pfizer no distribuirá la medicina gratis fuera de Sudáfrica ni la dará a los que sufren de otras infecciones. Tampoco reducirá el precio para los que no cumplen con los requisitos.

Goemaere señala: "Sudáfrica vive una epidemia sumamente grave, con más del 10% de la población infectada con VIH. El año pasado, el SIDA cobró 100.000 vidas. Es inaceptable que Pfizer no venda ese producto a bajo costo en los países pobres ni permita que otros lo hagan".

El 11 de mayo, las cinco grandes compañías farmacéuticas (en consulta con la organización de la ONU contra el SIDA, UNAIDS) acordaron reducir los precios de las medicinas del SIDA en el tercer mundo. Dicen que ofrecerán las nuevas terapias (de tres drogas) en $2000 anuales. Sin embargo, MSF informa que los países pobres pagarían mucho menos por esas terapias ($200 anuales) si compraran drogas genéricas en el mercado mundial.

Daniel Berman, de la Campaña Medicinas Básicas de MSF, señaló: "El puñado de países en vía de desarrollo que han logrado que los enfermos del SIDA reciban esas medicinas han empleado drogas genéricas. Es impresionante: en Brasil redujeron el costo de la terapia a aproximadamente $1000 anuales y trataron a 80.000 personas. Pero en Uganda, donde el gobierno colabora con UNAIDS y emplean drogas de marca, trataron a menos de 1000 personas".

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La epidemia del SIDA en Africa es una de las mayores calamidades de la historia humana. Millones y millones morirán, y devastará a todo un continente por muchas décadas. Pero no tenía que ser así. La magnitud de la crisis la determinó un sistema que valora las ganancias más que la vida de millones de personas.

En las palabras del Presidente del PCR, Bob Avakian:

"Si uno está consciente del hecho de que el mundo es dominado por el imperialismo y si uno tiene la menor idea de las consecuencias de esto para la gran mayoría de la Humanidad, entonces uno debe sentirse obligado a ayudar a hacer añicos al sistema imperialista entero y su estructura, a rehacer las relaciones sociales a un nivel internacional".

El lector encontrará un análisis del CNA en el poder, y una crítica de su programa económico y político en el artículo "Relevo de la Guardia en Sudáfrica", en la revista Un Mundo Que Ganar #20.


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