Clinton en Colombia: Nuevos pasos en el plan de intervención yanqui

Obrero Revolucionario #1071, 24 de septiembre, 2000

El 30 de agosto, Bill Clinton y otros representantes de la clase dominante de Estados Unidos pasaron un día en Cartagena, Colombia, promoviendo el paquete de ayuda militar de $1,3 billones. Debido a que muchos en Colombia y en el resto del mundo ven que se trata de una intervención imperialista, Clinton se vio obligado a decir que el plan no es "imperialismo yanqui".

La ayuda apuntalará a las fuerzas armadas, famosas por su corrupción y salvajismo. Los "asesores" estadounidenses supervisarán tres nuevos batallones de contrainsurgencia, que se preparan para una ofensiva en el sur. Una buena cantidad de los $1,3 billones cubre 60 helicópteros artillados con tecnología de punta.

Esta escalada militar se lleva a cabo con el pretexto de la "guerra contra la droga". Colombia es la mayor fuente del mundo de coca, la materia prima de la cocaína, y aprovechando eso Estados Unidos dice que tiene que erradicar los cultivos del sur del país.

Pero en esa región las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el más grande de los grupos armados, ejercen considerable influencia y control. Como parte de las negociaciones de paz, en 1998 el presidente Andrés Pastrana reconoció la autoridad de las FARC en una extensa "zona desmilitarizada" en el sur. (El Ejército de Liberación Nacional, el segundo grupo armado, recibió su propia zona de control en la región central.)

La ayuda militar es parte de un agresivo plan para cambiar la situación del país atizando la guerra de contrainsurgencia. En Cartagena, Clinton dijo: "Una de las condiciones de la ayuda es que no nos vamos a involucrar en tiroteos... eso no se va a dar". Pero nadie cree ese cuento, ni siquiera en Washington. El New York Times comenta: "No es realista pensar que el paquete de $1,3 billones de ayuda, la mayor parte destinada para 60 helicópteros artillados y el entrenamiento de una nueva brigada antinarcóticos, solo se usará contra los narcotraficantes y no contra la guerrilla...".

El Pentágono no está preparándose para intervenir directamente en la guerra con tropas de infantería. Dice que sigue el "modelo de El Salvador". Esto quiere decir que se propone armar, entrenar y dirigir a las fuerzas armadas colombianas por medio de un grupo grande de asesores, comandantes, agentes de la CIA y la DEA, y equipo de espionaje aéreo. Como en El Salvador y otros países centroamericanos en los años 80, la carne de cañón y los muertos los debe poner el ejército colombiano.

El mismo día de la visita de Clinton a Cartagena, el Pentágono anunció el traslado a Colombia del general Keith Huber, "militar de carrera, con 25 años de experiencia en contrainsurgencia, miembro de las fuerzas especiales, que trabajó un tiempo en El Salvador", a lo cual se podría agregar participación en la guerra contra Irak y en la invasión de Haití. O sea que es un tipo con mucha experiencia en intervenciones, al que le chorrea sangre de las maños. Es importante señalar que Huber será el único general yanqui en Latinoamérica, lo que da un indicio de la importancia de esta intervención.

Aliento para las fuerzas armadas genocidas

En junio, el Congreso aprobó el paquete de ayuda de $1,3 billones, con la aprobación unánime del Senado. Después lo firmó Clinton. El paquete de ayuda requería que el gobierno y el ejército colombianos mejoraran las violaciones de derechos humanos. Por ejemplo, debían suspender y juzgar a soldados culpables de abusos.

Pero está claro que no han cumplido ese requisito. El 22 de agosto un informe de prensa de la cadena CNN señaló: "Un funcionario del Departamento de Estado dijo que se sospecha que `cientos’ de soldados han violado los derechos humanos".

Una semana antes de viajar a Cartagena, Clinton "resolvió" ese problema con una orden ejecutiva de despachar los fondos porque es asunto de "seguridad nacional de primer orden".

Además de cometer atrocidades contra la población, las fuerzas armadas trabajan de la mano con los paramilitares, que tienen lazos con los terratenientes y llevan a cabo asesinatos y masacres de rebeldes, activistas y campesinos comunes y corrientes. Para Washington, tener una red de escuadrones de la muerte hasta cierto punto independiente del ejército es muy útil. Es parte del "modelo de El Salvador".

Un ejemplo espeluznante del trabajo de los paramilitares se vio en El Salado, donde en febrero 300 paramilitares se apoderaron del caserío, en el norte del país, y torturaron y asesinaron a más de 70 personas por colaborar con las FARC. Durante la orgía, que duró tres días, unidades del ejército y la policía bloquearon la carretera al caserío para que nadie fuera a ayudar.

La organización Human Rights Watch ha documentado lazos entre la mitad de los 18 batallones del ejército y los escuadrones de la muerte. El paquete de ayuda destina fondos para capacitar a las fuerzas armadas en "derechos humanos". Pero ya sabemos cómo las capacita Estados Unidos, por ejemplo en la Escuela de las Américas, donde ha preparado a muchos asesinos, torturadores y genocidas para que defiendan gobiernos títeres por todo Latinoamérica. Colombia tiene la mayor cantidad de oficiales capacitados en esa "Escuela de Asesinos".

Al aprobar el envío de los fondos a Colombia sin que se cumpliera el requisito de mejorar los derechos humanos (que era una pantalla de humo), Clinton le está dando cuerda a las fuerzas armadas y a los paramilitares.

Desplazados y refugiados

El aporte de Estados Unidos es parte de un plan mayor, llamado Plan Colombia; los gobiernos europeos van a mandar 1 billón de dólares para "programas sociales" y el Fondo Monetario Internacional y los bancos internacionales le abrirán un crédito de 5 billones de dólares al gobierno colombiano. Dicen que el Plan Colombia resolverá importantes problemas económicos y sociales. Sin embargo, la verdad es que los aspectos sociales y económicos del plan son parte de la escalada de la guerra de contrainsurgencia que prepara Estados Unidos.

El propósito de esa inyección de dinero es estimular artificialmente la economía y crear una sensación de mejoría... mientras las fuerzas armadas se preparan para una guerra civil sin cuartel. Los préstamos del Fondo Monetario Internacional y los bancos internacionales le darán más y más control de la economía a los imperialistas. Como en el resto del mundo, el gobierno tendrá que someterse a los requisitos impuestos por los bancos, por ejemplo, tendrá que darles mayor autoridad a los inversionistas extranjeros, eliminar el control de precios de los alimentos y otros artículos de primera necesidad, y privatizar empresas estatales.

El paquete también incluye fondos para ayudar a los desplazados como resultado de la guerra sucia de las fuerzas armadas y paramilitares. Ante las atrocidades, miles de campesinos huyen a diario a las ciudades y casi dos millones se han aglomerado en tugurios. En las calles de las ciudades viven montones de "gamines" (niños de la calle), y la policía organiza escuadrones de la muerte para cazarlos y matarlos.

La ofensiva que están preparando creará más refugiados internos, lo que preocupa a los gobiernos reaccionarios de los países vecinos, Ecuador, Venezuela y Brasil.

Los gobiernos de Colombia y Estados Unidos dicen que tienen un "programa social" para lidiar con los desplazados. En mayo, un funcionario del Departamento de Estado dijo que "se les trasladará a lugares donde podrían ganarse la vida razonablemente con ayuda del gobierno". Esto se parece mucho a las "aldeas estratégicas" que Estados Unidos creó en Vietnam; son una manera de contener y controlar a la población para impedir que se una a las fuerzas que luchan contra el gobierno.

Guerra química y biológica

Si bien en el norte del país hay vastos cultivos de coca, en el sur los sembradíos son pequeños y los campesinos los cultivan por necesidad; no es opción, pues la organización de la sociedad y de la economía bajo la dominación imperialista los obliga. Colombia es un país de tierra fértil que producía suficientes alimentos para la población, pero la importación obligatoria de trigo estadounidense arruinó la agricultura. En vez de alimentos, el campesino ahora tiene que sembrar productos de exportación, lo que lo deja a la merced de las fluctuaciones de precios y de los caprichos del mercado mundial.

El cultivo de exportación que más permite subsistir a los campesinos es la coca, pero ellos no controlan ni se enriquecen del narcotráfico. Los capos de la droga son parte de la clase dominante de Colombia, o sea, la clase de capitalistas compradores y terratenientes semifeudales íntimamente vinculada y subordinada al imperialismo.

Otro aspecto de la "guerra contra la droga" es la fumigación de los campos con herbicidas. Como parte de la ofensiva que viene, en el sur van a fumigar más. Esta nota de la British Broadcasting Company da un vistazo de los efectos de la fumigación:

Cecilia Anaya es presidenta de la Asociación de Campesinos de Puerto Asís [un pueblo de Putumayo, en el sur del país]; dice: "Ya hemos visto lo que pasó en Puerto Guzmán, donde ya fumigaron. Sabemos que hubo muertos, gente que cultiva yuca, plátano y arroz. Ahora lo que queda es miseria, hambre y desplazamiento. Eso nos preocupa mucho".

Buena parte de la coca del Putumayo se cultiva en pequeñas parcelas arrancadas a la selva, al lado de alimentos como piña y maíz, entre otros. Sin embargo, los herbicidas no distinguen los cultivos y arruinan a campesinos cuya existencia ya es precaria.

Esteban Torres, un maestro, dice que además de destruir los cultivos la fumigación está afectando a la gente. Dice: "En Puerto Guzmán no hay agua potable, solo los arroyos que pasan por los campos. De modo que los químicos venenosos se meten en el agua que toman y con la que cocinan, y por eso se están enfermando".

La "guerra contra la droga" es una guerra contra el pueblo.

¡Yanquis, go home!

El Plan Colombia busca aplacar la situación de modo que las corporaciones extranjeras puedan explotar con más tranquilidad los recursos naturales y la mano de obra, y evitar que el campo y los tugurios sean semilleros de rebelión y resistencia. Todo esto se propone poner a Colombia en orden para los explotadores, bajo nuevas capas de deuda, como parte de pacificar todo Latinoamérica para sacar más ganancias de la explotación de sus recursos y pueblos, y eso no tiene nada que ver con los intereses de los pueblos del mundo.

Sin duda alguna, el Plan Colombia es puritito imperialismo yanqui.


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