22 de octubre de 2000: 5º Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial

Un grito de justicia en las calles

Protestas de miles en 60 ciudades

Obrero Revolucionario #1077, 6 de noviembre, 2000, en rwor.org

Los Angeles, Quinto Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación: El gemido de una concha de caracol y el redoble de tambores de un grupo de baile azteca encabeza la marcha de 2500 por la calle Broadway rumbo al Parker Center, el cuartel del Departamento de Policía de Los Angeles (LAPD). En el curso del día, la atacaron policías a caballo y escuadrones de motín con balas de goma, granadas de percusión y cachiporrazos. Pero ni ese ataque tan salvaje logró parar la protesta.

En su gran mayoría jóvenes y militantes, los manifestantes llevaron el sabor de una multitud de comunidades y nacionalidades al Día Nacional de Protesta. Muchos acababan de unirse a la resistencia o protestaron por primera vez contra las convenciones Demócrata y Republicana del verano. Por el carácter proletario de la protesta y el hecho de que tanta gente se vistió de negro, se sintió que un nuevo tipo de resistencia está echando raíces.

Los que viven todos los días bajo la bota de la policía llevaron su valentía, su deseo de acabar con la opresión y su desprecio al sistema. Centenares de inmigrantes formaron un cordón a lo largo de la marcha y aplaudieron al pasar el contingente de Pico-Union (un bario de inmigrantes acechado por la notoria delegación Rampart, actualmente enredada en un escándalo de corrupción y brutalidad) con un enorme estandarte que decía: "La Pico-Union bajo la bota de la Rampart, Vidas robadas, Vidas arruinadas, Jamás olvidaremos, jamás perdonaremos". El Cuerpo de Tamboristas de Watts y una banda de música y de gimnasia de niñas marcaron la pauta, y todos se pusieron a corear el grito contagioso del Comité de Watts contra la Brutalidad Policial: "¿Quién soltó a los puercos? Oink, oink, oink, oink".

Al llegar al Parker Center, se vieron las primeras señales de que la policía preparaba un ataque. El cuartel estaba rodeado de policías de motín. Un joven revolucionario le dijo a la multitud: "Ahí están con sus balas de goma, listos para atacarnos como lo hicieron durante la Convención Demócrata, como lo hacen a diario en callejones oscuros. Saben que los estamos mirando. Saben que estamos aquí fuertes, unidos, poniendo a un lado nuestras divergencias y luchando por una causa común". Cuando los jóvenes avanzaron para cercar el edificio, la policía les bloqueó el paso. Violando el permiso para la marcha, la policía se lanzó al ataque sin advertencia y el eco de los disparos de balas de goma se podía oír a varias cuadras de distancia.

Las balas de goma les dieron a docenas de personas e hirieron de gravedad a varias. Una estudiante de la Universidad de California sufrió daños permanentes a un ojo. Los agentes montados a caballo avanzaron hacia la multitud dando cachiporrazos. Otros agentes a pie golpeaban, empujaban y disparaban balas de goma. A centenares de personas las empujaron al mitin y a otras las empujaron a calles laterales o las sacaron de la zona, porque otros agentes corrieron a bloquear las rutas de regreso al mitin.

En el momento del ataque, un grupo de familiares de víctimas de la policía estaba en la tarima; a varios les dieron en la espalda balas de goma cuando se voltearon a proteger a los niños. Sofía Saldaña, cuyo hijo Juan murió a manos de agentes de la delegación Rampart, dijo: "Ahora entiendo cómo se sentía mi hijo cuando lo rodearon estos perros. Me pareció que nos iban a matar". A cuatro manifestantes los arrestaron y a uno lo acusaron de un delito grave: agresión con un arma mortífera.

Pero los manifestantes se mantuvieron firmes, especialmente los chavos, que defendieron el mitin. Unas chavas se pusieron en las narices de los agentes y les gritaron "asesinos". Centenares de jóvenes se sentaron frente a los agentes e impidieron que avanzaran, así que el mitin siguió sin interrupción. Con valentía y resolución, los familiares condenaron la brutalidad policial, en solidaridad con gente por todo el país que se lanzó a la calle, celebró conmemoraciones, marchó y coreó para hacer saber la verdad sobre la muerte de sus hijos, hermanos, tíos y sobrinos a manos de la policía.

Por todo el país, las protestas se caracterizaron por esa misma clase de unidad de familiares y jóvenes militantes, y el apoyo de sus aliados.

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En más de 60 ciudades, el movimiento destacó la epidemia de asesinatos y brutalidad policiales, y la resistencia que está resuelta a PARARLA. Participaron miles de personas: 2500 en Los Angeles, 1500 en Nueva York, 900 en San Francisco, 400 en Chicago, y grupos más pequeños en Detroit (Michigan), Cleveland y Columbus (Ohio), Seattle (Washington), Filadelfia (Pensilvania), Portland (Oregon), Atlanta (Georgia), Albuquerque (Nuevo México), Austin y Houston (Texas), Cherokee y Hendersonville (Carolina del Norte), Denver (Colorado), Louisville (Kentucky), Phoenix (Arizona), Providence (Rhode Island), Minneapolis/St. Paul (Minnesota) y San Diego (California). Al cierre de esta edición, los organizadores están en el proceso de recibir informes de otras ciudades.

En Nueva York, más de 30 familiares de víctimas de la policía (entre ellos el padre de Amadou Diallo) marcharon hombro a hombro con una multitud joven y militante, vestida de negro. Llegaron al mitin a pesar de que varias veces la policía trató de pararlos y arrestar a los organizadores.

Desde que un policía de vivienda asesinó a su hijo de 13 años en 1994, Nicholas Heyward, Sr., ha sido un dedicado organizador contra la brutalidad policial. El 22, se preparaba para ir al mitin y ser maestro de ceremonias cuando a las 6 de la mañana llegó a su casa la policía y lo arrestó con una vieja orden de detención ¡porque su perro no tenía correa! Ahí mismo varios abogados y activistas fueron a la delegación, lo sacaron y lo llevaron al mitin.

Tres días antes, la policía tumbó la puerta de un apartamento y arrestó a seis militantes de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria y a cinco personas de la comunidad que trazaban planes para el 22. Eso ocurrió en el mismo edificio donde asesinaron a Malcolm Ferguson en 1999, y a unas pocas manzanas de donde mataron a Amadou Diallo de 41 tiros. En una muestra de desafío, los brigadistas y otros chavos marcharon juntos el 22 con un estandarte hecho en el barrio y firmado por docenas de personas, que decía: "¡Amadou, Malcolm, PRESENTES! El South Bronx contra la brutalidad policial".

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Los organizadores de la Coalición 22 de Octubre dicen que este año participaron muy especialmente familias que han perdido seres queridos. En Detroit, Arnetta Grable, miembro de la junta directiva de la coalición, acusó al gobierno municipal y federal por la muerte de su hijo y por la epidemia nacional de brutalidad policial. En San Francisco, a varias cuadras de donde la policía mató a su hermano Mark, Danny García marcó la pauta para las actividades del día: "¡No más vidas robadas!". En Chicago, el padre de Earl Hutchinson (a quien mataron porque supuestamente amenazó a un policía con un tenedor de plástico) le dijo a la multitud: "El problema es que estamos en guerra y algunos ni siquiera se dan cuenta". En Wichita, Salt Lake City, Cherokee y Hendersonville (Carolina del Norte), los familiares fueron los principales organizadores de las protestas.

En varias ciudades, los familiares trazaron una conexión entre la muerte de sus hijos y lo que están haciendo las tropas de ocupación israelíes en la Palestina ocupada. El caso de Mumia Abu-Jamal, sentenciado a muerte injustamente por denunciar la brutalidad policial, fue un tema central por todas partes.

Este año, el plan de publicar la edición en español del libro Vidas Robadas, el cual documenta más de 2000 casos de asesinatos policiales, trazó una conexión más profunda con los inmigrantes, a quienes están atacando en la frontera y en los barrios pobres. La participación de puertorriqueños, haitianos, surasiáticos, filipinos y otros inmigrantes le dio un espíritu internacional a las protestas, al igual que la participación de grupos de defensa de los inmigrantes.

Por todas partes se expresó el repudio de la juventud a la criminalización de su generación. Frente a la delegación de la Mission, en San Francisco, donde se manifestaba la ira de la juventud, un estudiante negro nos dijo: "Estamos aquí porque pertenecemos a diversas subculturas urbanas que nos hacen vulnerables a la brutalidad policial. Somos chavos patinadores, hip-hop, estudiantes, negros y latinos. Nos han dado duro más de una vez. Requisas ilegales, nos paran porque les da la gana, cosas así. Nos acusan de robar, de vandalismo. Chido estar aquí, sobretodo sabiendo que es un día nacional en que se protesta en todo el país, así que ojalá tenga efecto".

En las ciudades y barrios donde la brutalidad policial es especialmente dura, la gente se lanzó a la calle y fue a las delegaciones para hacerse oír. En Filadelfia, madres de jóvenes muertos por la policía o presos sin motivo protestaron por primera vez, animadas por los chavos que dibujaron siluetas de cuerpos en la calle y escribieron los nombres de las víctimas. En Cleveland, se reunieron frente a la delegación del 4º distrito, donde han matado a muchos dentro y fuera de la cárcel (ahorcados). Todos saben que si llevan a un ser querido a esa delegación, hay que ir de prisa para que no lo maltraten o maten. Pero el 22 de octubre, los vecinos y la nueva generación lucharon hombro a hombro contra esta plaga sistemática.

Los informes que hemos recibido al cierre de esta edición indican que este año mucha gente ha captado mejor que solo la acción resuelta de las masas podrá frenar esta epidemia, y que es hora de comprometernos y prepararnos para la lucha que nos espera.


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