Perú: Cambio de títeres

Intrigas yanquis en el caso de Montesinos

Obrero Revolucionario #1078, 13 de noviembre, 2000, en rwor.org

Recibimos el siguiente artículo del Comité de Apoyo a la Revolución en el Perú:

En este momento Estados Unidos está tratando de cambiar la cara del gobierno y de apuntalar su dictadura títere en Perú. El 16 de septiembre, Alberto Fujimori anunció inesperadamente que va a dejar la presidencia y desmantelar el Servicio Nacional de Inteligencia (SIN), tras revelaciones de corrupción de Vladimiro Montesinos (su brazo derecho y jefe de facto del SIN). (Véase el OR No. 1072.) Desde entonces, el país vive una serie de crisis políticas y luchas intestinas sobre quién y cómo reemplazará a Fujimori.

El 24 de septiembre, Montesinos abandonó el país en medio de una ola de protestas que pedían que lo juzgaran por corrupción y otros crímenes. El 23 de octubre, regresó de Panamá, amparado por importantes elementos de las FFAA, y se prendió una nueva ola de manifestaciones. El vicepresidente, hasta entonces firme aliado de Fujimori, dimitió y lo condenó por su mano blanda con Montesinos.

Una semana después, presionado por Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA), Fujimori despidió a los comandantes del ejército, la marina y la fuerza aérea, nombrados por Montesinos, pero eso no logró apaciguar las airadas protestas. Al día siguiente, un teniente coronel y un grupo de soldados se amotinaron, tomaron una mina de cobre en la frontera con Chile e instaron a arrestar a Montesinos.

En las últimas semanas el papel de los titiriteros yanquis (la principal potencia imperialista que domina Perú) ha salido a relucir, pues han intervenido y dado "consejos" a diestra y siniestra. Sin embargo, no ha sido fácil hacerle cirugía plástica a su dictadura títere y se encuentran entre la espada y la pared, sin poder distanciarse de sus despreciables y odiados lacayos.

El corto exilio de Montesinos en Panamá

El escándalo estalló tras la transmisión en Perú y otros países de un video de Montesinos pagándole $15.000 a un congresista para que se pasara al partido de Fujimori (a fin de salvaguardar la mayoría oficial). Montesinos es un experto en espionaje y era el principal contacto de la CIA; se dice que tiene una enorme videoteca para chantajear a sus oponentes, pero esta vez lo filmaron a él con las manos en la masa y tuvo que huir del país.

Argentina, Brasil, Panamá y otros países le negaron asilo político. Pero unas llamadas desde Washington surtieron efecto, y de la noche a la mañana, el gobierno de Panamá cambió de opinión y le otorgó una visa de turista al carnicero Montesinos.

Benjamin Ziff, vocero de la embajada estadounidense en Perú, dijo: "El gobierno de Panamá aceptó al señor Montesinos tras recomendaciones inequívocas del secretario general de la OEA, además de varios gobiernos del hemisferio, entre ellos el de Estados Unidos".

No es la primera vez que los yanquis mandan uno de sus matones a Panamá. Allí se refugiaron el jefe de los escuadrones de la muerte de Haití Raoul Cedras, el dictador guatemalteco Jorge Serrano, el presidente ecuatoriano Abdala Bucaram y el sha de Irán. La llegada de Montesinos prendió grandes manifestaciones en las calles de Panamá y un ex asesor del presidente comentó: "Nuevamente, Panamá es el basurero y la letrina a donde huye esa clase de ratas".

Los yanquis encubren los crímenes de Montesinos

Estados Unidos facilitó el exilio de Montesinos porque su presencia en Perú era muy problemática, pues la oposición pide que lo juzguen, lo cual implica lavar los trapos sucios de los yanquis en público. Según el Washington Post, Washington tapó los desmanes de Montesinos con los narcotraficantes y los escuadrones de la muerte, y "altos funcionarios del gobierno, y no solo de la CIA, lo consideraban indispensable"; cuando tenían algún problema "pedían ayuda, a través de la CIA en Lima, del señor que llamaban `el doctor' y los problemas se esfumaban".

Asimismo, el Los Angeles Times (1º de octubre) informó que la DEA sabía que Montesinos estaba involucrado en el lavado de millones de dólares procedentes del narcotráfico. Cantidades de hasta $200 millones "pasaron por Europa y se cambiaron a monedas nacionales" siguiendo "un modelo clásico de lavado de dinero". La DEA admitió que "el SIN o Montesinos era el cerebro", pero la investigación "se empantanó", igualito que la del capo peruano Demetrios Chávez, quien declaró en un juicio en 1996 que le pagaba una mordida de $50.000 al mes a Montesinos. El historial de Montesinos es mucho más sórdido: fue uno de los principales directores de la sangrienta represión contra la guerra popular maoísta dirigida por el Partido Comunista del Perú (PCP) y contra las masas que lo apoyan, y tiene a su haber arrestos masivos, tortura, confesiones coaccionadas, tribunales militares secretos, masacres y desapariciones.

En abril de 1992, Montesinos organizó el autogolpe militar que le dio poderes dictatoriales al gobierno de Fujimori para combatir con impunidad a la guerra popular maoísta. Un mes después, el ejército atacó la cárcel de Canto Grande y masacró a 40 presos políticos, principalmente militantes y partidarios del PCP.

Actualmente, hay más de 5000 presos políticos en Perú, la gran mayoría militantes o partidarios de la guerra popular. Pasan hambre y muchas privaciones, aguantan frío y calor extremos, además de viles torturas. Al Camarada Gonzalo, el Presidente del PCP, lo tienen en aislamiento desde 1992. A los presos políticos los juzgan en tribunales militares a cargo de jueces encapuchados seleccionados por Fujimori y Montesinos. Les niegan el derecho de la defensa y los condenan con confesiones coaccionadas a través de amenazas y tortura, y pruebas falsas.

Bajo el mando de Montesinos, el SIN organizó un escuadrón de la muerte llamado Grupo Colina, que cometió barbaridades inmundas. En 1992, secuestró, torturó y asesinó a nueve estudiantes y un profesor de la universidad pedagógica de La Cantuta, donde el estudiantado apoyaba la guerra popular.

Un vocero de la CIA hizo el siguiente comentario al Los Angeles Times respecto a la larga relación con Montesinos: "Tomamos en cuenta las violaciones de derechos humanos... pero si andáramos no más con los scouts, no podríamos cumplir nuestro deber". Asimismo, un ex funcionario de la CIA dijo que "se da por hecho" que Montesinos y los demás de su laya "reciben mordidas y son corruptos.... De por sí no son honestos. Son tipos totalmente despreciables".

Por muchos años Estados Unidos miró para el otro lado ante los crímenes de Fujimori y Montesinos. Después del autogolpe de 1992, le hizo unas leves críticas al gobierno por falta de "democracia", pero siguió apoyándolo. En 1995, el Congreso (controlado por Fujimori) aprobó una amnistía para los policías y militares que cometieron violaciones de derechos humanos en el curso de la represión de la guerra popular maoísta. Estados Unidos no le vio mayor problema a eso, pues encajaba perfectamente con sus intereses hegemónicos.

Los yanquis dan la espalda a sus lacayos

Ultimamente, Estados Unidos ha tratado de limpiar la imagen del gobierno peruano y de cambiar de títeres. De hecho, ya estaba maniobrando entre bastidores cuando estalló el escándalo de Montesinos.

La mano empezó a cambiar hace unos meses cuando Fujimori y Montesinos atacaron a fuerzas de la clase dominante opuestas a que se postulara a la presidencia por tercera vez. Mandaron el ejército a allanar la estación de televisión del millonario Baruch Ivcher (un israelí naturalizado en Perú) porque transmitió reportajes sobre el papel de Montesinos en la masacre de La Cantuta. Los tribunales (controlados por Fujimori) le quitaron la ciudadanía a Ivcher y tuvo que salir del país.

Asimismo, amenazaron a otros periodistas y cerraron varios periódicos por publicar reportajes que perjudican al gobierno. Además, Fujimori despidió a tres magistrados de la Suprema Corte porque declararon que postularse por tercera vez violaba la constitución.

Según el Washington Post, en vísperas de las elecciones la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, y el asesor de Seguridad Nacional, Sandy Berger, ordenaron distanciarse de Montesinos. Es decir, estuvo bien que Fujimori y Montesinos atacaran a los pobres de Perú, pero se pasaron al desatar la policía secreta contra fuerzas poderosas de la clase dominante.

Fujimori ganó las elecciones gracias al fraude. Cuando tomó posesión en julio, la gente se volcó a las calles, libró batallas campales contra el ejército y la policía, e incendió cinco edificios del gobierno y el banco nacional. Los imperialistas yanquis temen que esa inestabilidad perjudique sus intereses en Perú y otros países de Latinoamérica. De hecho, los capitalistas extranjeros temen que las fuerzas del orden no podrán proteger sus propiedades e inversiones y, según un reportaje del Wall Street Journal, desde 1995 las inversiones extranjeras han bajado en un 50%.

Armas para la guerrilla

En agosto, se filtraron noticias de la venta ilícita de armas por Montesinos: los militares peruanos compraron 10.000 rifles AK-47 al gobierno de Jordania y se los vendieron a la guerrilla colombiana.

Eso coincidió con el inicio del "Plan Colombia", un paquete de ayuda militar de $1,3 billones para Boínas Verdes, helicópteros, etc. Como Estados Unidos afirmaba que esa ayuda era para "defender la democracia" y combatir "la plaga del narcotráfico", no le convenía tener escándalos de droga, escuadrones de la muerte y corrupción en Perú, país vecino de Colombia.

El 8 de septiembre, Fujimori viajó a Nueva York a una reunión de la ONU, y se reunió con Albright y Berger. Según el Washington Post, estos no mencionaron explícitamente a Montesinos pero "solo un hombre ciego, sordo y tonto no comprendería sus palabras": tocaba deshacerse de Montesinos.

Los yanquis lidian con la crisis

Cuando Montesinos se exiló en Panamá a fines de septiembre, corrió el rumor de que los militares peruanos amenazaban dar un golpe si no recibía asilo político y Estados Unidos volvió a intervenir. El 26 de septiembre el teniente general Peter Pace, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, se reunió con Fujimori y el alto mando de las FFAA de Perú, y les aconsejó que "trabajaran con la OEA de forma constructiva". El New York Times informó que "altos oficiales militares estadounidenses le hicieron saber al ejército peruano que un golpe era inaceptable".

Cuatro días después, Fujimori hizo otro viaje a Estados Unidos y se reunió con altos funcionarios del gobierno, además del jefe del Banco de Desarrollo Internacional. A este le aseguró que Perú sigue siendo muy rentable para los inversionistas extranjeros. Un vocero del departamento del Estado dijo que Estados Unidos aplaudió las acciones de Fujimori y lo felicitó.

En el pasado, Fujimori y Montesinos (asesorado por la CIA) tomaban las decisiones clave, pero como Montesinos estaba en Panamá y Fujimori se tambaleaba, Estados Unidos manejó la situación a través de la OEA, y por un tiempo pareció que todo estaba bajo control. Una comisión de la OEA facilitó negociaciones entre Fujimori y la oposición burguesa para abordar asuntos críticos: ¿Quién supervisará las nuevas
elecciones presidenciales? ¿Quién reemplazará a los comandantes del ejército que se jubilarán en diciembre?

La comisión anunció un acuerdo entre Fujimori y los partidos de oposición para celebrar elecciones en abril de 2001 y que el nuevo presidente tomará posesión en julio. Sin embargo, el 20 de octubre las negociaciones se suspendieron súbitamente porque Fujimori exigió que el nuevo gobierno les garantizara amnistía a la policía y los militares acusados de violaciones de derechos humanos, y la oposición burguesa no aceptó.

Montesinos reaparece

Tras el estancamiento de las negociaciones, Montesinos regresó inesperadamente el 23 de octubre; arribó en una pista de la fuerza aérea en Pisco, acompañado de una escolta militar.

Fujimori afirmó que "se desconocía" el paradero de Montesinos. Al parecer, quería demostrar que sigue al mando y que no está colaborando con Montesinos: se apersonó a la cabeza de un contingente policial que buscó a Montesinos por jeep y helicóptero en las afueras de Lima, y ordenó que las FFAA permanecieran acuarteladas.

Por su parte, Estados Unidos corrió a controlar la situación. El embajador estadounidense, John Hamilton, se reunió con Fujimori, y el secretario general de la ONU, César Gaviria, viajó a Lima para mediar las negociaciones entre Fujimori y la oposición.

El porqué del regreso de Montesinos no está del todo claro. En una entrevista radial desde la clandestinidad, dijo que no le dieron asilo político y su visa estaba por vencerse. Además, dijo que temía ser el blanco de ataque de revolucionarios peruanos en Panamá.

Corren muchos rumores. Algunos politólogos opinan que Fujimori y Montesinos siguen trabajando de la mano, pero otros creen que el gran maestro de espionaje está dando patadas de ahogado y regresó porque no le quedaban otras opciones.

Es curioso que su regreso coincidiera con el estancamiento de las negociaciones por el asunto de la amnistía. Por eso, algunos politólogos creen que quiso demostrar que él y sus aliados de las FFAA todavía tienen mucho poder, y presionar a la oposición a aceptar la amnistía. En la entrevista radial Montesinos echó mentiras muy descaradas; por ejemplo, dijo que no tuvo nada que ver con atrocidades como la masacre de La Cantuta.

En este momento, Fujimori y la oposición han reanudado las negociaciones y la amnistía es un punto muy debatido.

Una situación inestable

La situación de Perú sigue desenvolviéndose en medio de luchas intestinas y no está claro qué pasará con Montesinos. Ni siquiera está claro si Fujimori realmente va a dejar la presidencia. Al parecer está maniobrando para que uno de sus paniaguados gane las elecciones de abril e hizo que el Congreso aprobara una ley que le permite postularse nuevamente en 2006. Se informa de luchas intestinas muy reñidas en las FFAA. El ejército sigue bajo el mando de comandantes leales a Montesinos, pero se dice que la marina y la fuerza aérea se oponen a Montesinos, y su apoyo a Fujimori es vacilante.

Un incidente mostró lo intensas que son las contradicciones en el seno de las FFAA: tras la transmisión del video en que Montesinos le daba una mordida al congresista, aquel quiso arrestar al capitán Jorge Castañeda, agregado del almirante de la marina Humberto Rosas, quien es el titular del SIN, pues afirmó que Castañeda difundió el video. Sin embargo, los altos mandos de la marina lo defendieron y le dijeron a un contingente del SIN que si querían arrestarlo, tendrían que combatir a la policía especial de la marina.

Esas luchas intestinas empujan a Estados Unidos y la OEA a tomar cartas en el asunto para estabilizar el orden reaccionario de Perú.

El favorito de los yanquis ahorita es el economista Alejandro Toledo, quien se las da de "hombre sencillo y humilde" y "hombre del pueblo", pero al igual que Fujimori es un lacayo. Toledo estudió en las Universidades Stanford y Harvard, trabajó en el Banco Mundial y estableció una compañía de asesoría a extranjeros sobre las inversiones más rentables en Perú. Cuando Fujimori anunció que dejaba la presidencia, Toledo estaba en Washington, D.C., reuniéndose con funcionarios de la OEA. Al día siguiente regresó triunfante a Lima, y antes que nada declaró su amor y respeto a las FFAA, lo cual comprueba que no tiene la menor intención de hacer cambios fundamentales en el orden reaccionario de Perú.

Las luchas intestinas de la clase dominante han roto la careta de "invencibilidad" y "estabilidad" del gobierno de Fujimori (y de sus amos yanquis). En el campo peruano, el PCP sigue dirigiendo la guerra popular de los oprimidos e iluminando el camino revolucionario para acabar con el sistema caduco que gobierna el país. En las calles de Lima y otras ciudades, y en las aldeas y zonas rurales, las masas reclaman justicia por los sangrientos crímenes del gobierno.


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