La juventud negro y la criminalización de una generación

Parte 3:
La guerra contra la droga
es una guerra contra el pueblo

Obrero Revolucionario #973, 13 de septiembre, 1998

En la primera parte de esta serie examinamos cómo el sistema ha criminalizado a toda una generación, sobre todo los negros y latinos que viven en los ghettos y barrios pobres. Demostramos que el enorme aumento en la cantidad de presos (se ha triplicado en los últimos 17 años) se debe a arrestos por posesión de droga.

En la segunda parte esbozamos la situación económica de los años 60 y 70 en los ghettos y barrios latinos: después de un breve período de optimismo, se tornó sumamente difícil.

En la tercera entrega abordaremos el papel del narcotráfico y la guerra contra la droga en la campaña oficial para zampar una generación a la cárcel, y señalaremos a los responsables directos e indirectos.

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En 1969, un asesor de alto rango del presidente Richard Nixon escribió en sus memorias: "[El presidente] recalcaba que en el fondo los negros son el problema y la clave es idear un sistema que lo reconozca tácitamente".

Así nació la guerra contra la droga. Con el pretexto de "combatir el narcotráfico y la delincuencia" el gobierno federal canalizó grandes cantidades de armamento y dinero a los gobiernos municipales, que tenían miedo de rebeliones e insurrecciones urbanas. La "guerra contra la droga" de Nixon era racista y represiva. Pero al mismo tiempo, el gobierno inundaba los ghettos de enormes cantidades de heroína con el propósito de generar caos y desbaratar las organizaciones políticas de la juventud negra.

Ronald Reagan y la cocaína:
Dos pájaros de un tiro

Los tiempos cambiaron y la guerra contra la droga también. En la época de Ronald Reagan (los años 80), la clase dominante maniobró para resolver dos grandes problemas a través de la droga.

Primero, Reagan buscaba una manera de financiar la guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua. Si bien todo el mundo sabía que Estados Unidos estaba dirigiendo esa guerra, no lo hacía abiertamente por razones políticas, legales y diplomáticas; mejor dicho, se trataba de una guerra secreta que no podía recibir ayuda militar oficial.

Segundo, Reagan necesitaba una justificación para atacar la crisis de los ghettos. La economía estaba en una recesión grave y se cerraba una fábrica tras otra en ciudades industriales como Chicago, Detroit, Pittsburgh, Cleveland, etc. Encima de eso, había muchos recortes. La miseria en los ghettos alcanzó niveles de la Gran Depresión (de 50 años atrás) y eso creó mucha inestablidad y el peligro de grandes luchas.

Los allegados de Reagan, especialmente la camarilla del vicepresidente George Bush y la CIA, encontraron una solución al primer problema: conectaron a las fuerzas contrarrevolucionarias de Nicaragua (la contra) con los narcotraficantes. Es decir, la CIA sirvió de enlace para contratar a los narcos del Caribe a transportar armas y equipo para la contra. A cambio, se permitió que esos narcotraficantes entraran a Estados Unidos con grandes cantidades de droga; hasta aterrizaron sus aviones en aeropuertos y bases militares. El dinero del narcotráfico de Los Angeles y Miami financió a la contra.

Cuando la contra y sus socios del narcotráfico se metían en broncas con la DEA (Departamento de Lucha contra la Droga), el gobierno los ayudaba. La DEA se quejaba de que no podía agarrar a los narcotraficantes porque la CIA los chantajeaba para que ayudaran a financiar su guerra secreta.

A partir de 1983, en gran parte debido a la contra, con el respaldo directo de la CIA grandes cantidades de cocaína barata llegaron a las ciudades de Nueva York y Los Angeles, donde la economía de los ghettos sufría los estragos de muchos cierres industriales. De la cocaína se hacía crack, que es más barato y da el mismo efecto que la cocaína en polvo. De repente el crack se podía comprar fácilmente en las calles de Nueva York y Los Angeles, y así empezó una epidemia de crack que afectaría a todas las grandes ciudades del país.

Como es de esperarse, la CIA niega que haya fomentado el narcotráfico y la prensa tilda de "paranoico" a cualquiera que acuse al gobierno de inundar las comunidades negras de cocaína barata.

Sin embargo, jamás se han explicado ciertas cosas. Por ejemplo, a principios de los 80, allegados de la contra nicaragüense establecieron una red de distribución de droga en California. El reportero investigador Gary Webb documentó que el jefe de "mercadotecnia" de dicha red fue a Los Angeles a entablar relación con narcotraficantes negros. ¿Por qué no se contactaron con narcotraficantes latinos? A lo mejor ellos o sus jefes (de la CIA/contra) tomaron una decisión muy consciente de distribuir cocaína barata en la comunidad negra de Sur Centro, Los Angeles.

Crack y el sistema

La "explosión de crack" tuvo un efecto muy marcado sobre el segundo problema (la situación en los ghettos).

Para el pueblo, el crack es un chingazo: muchos chavos mueren en balaceras por disputas de mercados; la adicción destruye muchas vidas. Se parece a la situación en las reservas de los amerindios hace años, cuando el producto principal que se ofrecía en las tiendas era el alcohol. Pero para la clase dominante y la policía, el tráfico de crack era muy útil.

Por una parte, creó actividad económica, una forma de ganarse la vida para los chavos pobres de los ghettos y barrios. Para la clase dominante el fenómeno de chavos inquietos, sin lana, con hambre y nada que hacer es un gran problema: fácilmente se politizan sobre todo política revolucionaria. El crack tenía la ventaja de involucrar a los chavos en una actividad que beneficiaba económicamente a los capitalistas. Esa droga llegó a las comunidades pobres en un momento de mucha desocupación y hambre. Era lógico que los chavos cayeran en la trampa.

En realidad, durante los últimos 20 años el crack ha sido el programa de los capitalistas para "crear empleos en los ghettos".

A través del narcotráfico, algunos chavos llegaron a ser pequeños capitalistas, y eso fomentó la ideología burguesa del "dios de dinero" y "yo primero". Eran una minoría, obviamente, pues la inmensa mayoría de los chavos que venden crack gana más o menos el salario mínimo, pero en medio de la crisis económica de los ghettos, dentro de una sociedad que valora el dinero ante todo, la ilusión de "vivir bien" (aunque fuera por ahora no más) impresionó mucho en la juventud. Eso beneficiaba ideológicamente a los capitalistas.

Por otra parte, algunos aspectos del tráfico de droga preocuparon al sistema: las pandillas de narcotraficantes crecieron, tenían armas y dinero, y eso creó problemas de control para la clase dominante (y sus fuerzas policiales). No les convenía que hubiera una fuerza armada en los ghettos y barrios que no fueran sus guaruras de azul.

Otra ventaja del narcotráfico para los políticos era que les ofrecía un chivo expiatorio: buscaban canalizar la ira de los blancos (que se sentían inseguros ante una situación económica difícil) contra los negros. En 1988, George Bush usó la imagen de un condenado negro, Willie Horton, en su campaña electoral para la presidencia. En 1992, Clinton (en ese entonces gobernador del estado de Arkansas) demostró que tenía "huevos" (como Bush): en plena campaña hizo un viaje a su estado natal para firmar una orden de ejecución de un retrasado mental negro. En los noticieros y las campañas electorales se proyectaba sin cesar la imagen del delincuente negro o latino. Se daba a entender que la situación iba de mal en peor por la delincuencia de los negros, cuando la delincuencia estaba disminuyendo.

Era una hipocresía totalmente descarada: mientras el equipo de seguridad nacional de Ronald Reagan se hacía el de la vista gorda al tráfico de armas y drogas de la CIA, Nancy Reagan exhortaba a la juventud a "decir no" a la droga, y la policía empezó a zampar a montones de chavos negros y latinos a la cárcel.

Asimismo, con el gobierno actual: Clinton se la pasa sermoneando a la juventud acerca de la responsabilidad personal y él elimina el welfare.

La clase dominante de Estados Unidos--que con cualquier pretexto bombardea gente indefensa--dice que los jóvenes negros son "delincuentes incorregibles" y despiadadamente zampa a miles a las mazmorras cada año.

Así los politiqueros canallas nos engañan para aplastar y asesinar al pueblo.

El narcotráfico como pretexto
para mayores poderes policiales

La policía controla el narcotráfico por medios directos e indirectos. Una y otra vez han estallado grandes escándalos que revelan que la policía vende droga y tiene vínculos estrechos con los grandes narcotraficantes. Por eso, los que entran en la economía ilegal, forzosamente entran en tratos con la policía.

Eso viene siendo otra forma de controlar a gente muy inquieta y potencialmente revolucionaria. Es decir, se ha aprovechado esa situación para establecer una red de soplones en las comunidades oprimidas; de 1985 a 1993 el gobierno federal gastó medio billón de dólares en pagos a soplones. Dicha cifra no incluye lo que gastan la policía municipal y estatal. Además, es muy común reclutar a soplones a través de arreglos: el acusado recibe una sentencia menor a cambio de proporcionar declaraciones e información.

Un propósito clave de ese creciente aparato represivo es prevenir que cobren fuerza organizaciones revolucionarias.

El tráfico de crack--que, para repetir, surgió con la colaboración y, en algunos casos, la plena participación de los grandes capitalistas, políticos y la policía--ha sido el pretexto para la mayor racha de represión en la historia del país.

En la primera parte de esta serie, examinamos el alcance de este problema, pero hay que recalcar que si bien los negros y las minorías siempre han llenado las cárceles en mayor proporción que su porcentaje de la población, durante los últimos 20 años dicha situación se ha intensificado dramáticamente: de medio millón de presos en 1980 a dos millones hoy día.

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Para resumir:

Primero, el tráfico de crack se estableció con el pleno conocimiento y participación de la estructura de poder. Aunque dice oponerlo, la realidad es todo lo contrario: la clase dominante usó la droga para financiar sus guerras contrarrevolucionarias y para transformar la vida económica de los ghettos.

Segundo, el tráfico de crack ha servido de justificación para la llamada guerra contra la droga, que en realidad es una guerra contra el pueblo, sobre todo la juventud negra y latina. Debido a tal guerra, la cantidad de presos ha triplicado en el lapso de unos cuantos años.

La primera y segunda partes de esta serie se encuentran en la Internet: La neta del Obrero Revolucionario www.mcs.net/~rwor.


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