30 de octubre de 2023. Mientras escribimos, aviones, misiles y drones israelíes están sembrando muerte y terror en Gaza, y las fuerzas terrestres israelíes están ampliando sus operaciones dentro de Gaza. Al menos 8.000 personas, en su inmensa mayoría civiles y entre ellos más de 3.000 niños, ya han sido asesinadas. Cientos de miles se encuentran sin hogar. Israel ha cortado prácticamente por completo los alimentos, el agua y el combustible durante semanas. Los hospitales no pueden funcionar. Todo esto está creando condiciones de campo de concentración para los habitantes, condiciones con el propósito de causar muertes masivas e innecesarias.

La devastación es tan severa que, según se informa, los padres de familia palestinos escriben los nombres de sus hijos en brazos y piernas para poder identificarlos si son enterrados entre los escombros de sus casas bombardeadas.

¿Quién posiblemente podría apoyar tal violencia despiadada y genocida?

La respuesta irrefutable a esa pregunta es: la inmensa mayoría de la dirigencia política de los dos grandes partidos de la clase dominante en Estados Unidos, los demócratas y los republicanos. Aunque estos dos partidos están al borde de una guerra civil literal entre sí, ambos respaldan con entusiasmo a Israel y han dejado claro que seguirán haciéndolo pase lo que pase.

El 18 de octubre, Biden viajó a Israel. Abrazó calurosamente a su cruel líder antipalestino, Benjamín Netanyahu y le prometió “apoyo firme a Israel y reafirmó la determinación de Estados Unidos” de proporcionar a Israel cualquier armamento que necesite. Se jactó de que “durante décadas, hemos asegurado la ventaja militar cualitativa de Israel”. Y se comprometió a “pedir al Congreso de Estados Unidos un paquete de apoyo sin precedentes para la defensa de Israel”.

Biden también envió apresuradamente dos portaaviones estadounidenses y miles de soldados adicionales a la región, en parte para advertir a los numerosos enemigos de Israel que no interfirieran con la matanza en masa o enfrentaran la ira total del poderío militar estadounidense.

Mientras tanto, la mayoría republicana en la Cámara de Representantes eligió por unanimidad al republicano Mike Johnson, un fascista cristiano incondicional con estrechos vínculos a la extrema derecha israelí, para el poderoso puesto de presidente de la Cámara. Estos evangélicos de derecha emitieron recientemente una declaración (con 2.000 firmantes) que aplicaba la llamada “tradición cristiana de guerra justa” (es decir, una Guerra Santa contra el “mal”) al genocidio en curso en Gaza. Y el primer acto de Johnson como presidente de la Cámara iba a pedir una resolución que apoyara a Israel en su guerra contra Gaza. Trump también intervino... alentó a Israel a “enderezar a Gaza” y también se comprometió a prohibir el ingreso de refugiados —a Estados Unidos— desde Gaza, a quienes calificó de “terroristas”.

Este “bipartidismo” no es nada nuevo. El presidente demócrata Harry Truman fue el primer líder mundial en reconocer el nuevo estado de Israel después de que fuera creado violentamente de Palestina mediante una limpieza étnica. Y el apoyo a Israel ha sido un pilar de la política estadounidense desde entonces, independientemente de si los demócratas o los republicanos estaban en el poder.

En 1999, el presidente demócrata Bill Clinton le prometió a Israel “al menos $26 mil millones” en ayuda (principalmente militar) durante los siguientes 10 años. En 2007, el presidente republicano George W. Bush prometió $30.000 millones para los siguientes 10 años. En 2016, el presidente demócrata Barack Obama firmó un compromiso de 10 años para $38 mil millones, en su totalidad para ayuda militar¹ .

O sea, $104.700 millones a lo largo de 30 años (o $3.500 millones al año) se asignaron a Israel con el propósito específico de garantizar que tuviera el ejército más poderoso de la región. E Israel utilizó ese “ventaja” para expandir agresivamente sus fronteras (vea el mapa de la expansión israelí) y librar dos grandes guerras contra Gaza (2008 y 2014), con la matanza de al menos 3.700 palestinos.

A lo largo de los años, las dirigencias de Estados Unidos e Israel han tenido desacuerdos en materia de política. Y de vez en cuando, algunos líderes estadounidenses han expresado “inquietud” por el grotesco maltrato al pueblo palestino bajo la ocupación israelí y el rechazo por parte de la dirigencia israelí a cualquier solución “política” y en su lugar el uso de la violencia cruda y brutal. Pero estas “objeciones” nunca han tenido ningún impacto en las acciones estadounidenses de apoyo militar y político constante y total a Israel. 

Ahora, algunas personas están recurriendo al ala “progresista” del Partido Demócrata a fin de transformarlo mágicamente en un vehículo para “controlar” los peores excesos de Israel.

¡Eso NO va a pasar!

Sí, algunos congresistas han hecho declaraciones de “inquietud” por la catástrofe humanitaria que se está desarrollando en Gaza y, en ocasiones, hasta (de manera refrenada) critican a la opresión histórica de los palestinos por parte de Israel. Pero los dirigentes demócratas con extremo prejuicio hasta han suprimido esas débiles declaraciones, y además éstas claramente no están teniendo ningún efecto en la política estadounidense.

Independientemente de las intenciones de cualquiera de estos “progresistas”, el papel que desempeñan en el mundo real es mantener la lealtad de la base demócrata (una gran parte de la cual está horrorizada por la guerra de Israel contra Gaza) firmemente a la cola de este partido virulentamente pro-Israel, al darles la ilusión de que tienen alguna “influencia”, o al menos “una voz”.

Pero aquí está la realidad. El “consenso bipartidista” sobre el apoyo a Israel es tan consecuente porque concuerda con los intereses fundamentales del imperialismo estadounidense en su conjunto, y esos son los intereses a los que tanto los demócratas como los republicanos sirven y a los que están dedicados, aunque tienen desacuerdo fuertes sobre la mejor manera de promoverlos.

Como señalamos recientemente:

Israel es un ejecutor armado de la dominación estadounidense en el Medio Oriente. ... La capacidad de Israel para amenazar militarmente y atacar cualquier obstáculo a la dominación estadounidense en el Medio Oriente le da a Estados Unidos una tremenda ventaja sobre sus rivales en esta parte crítica de su imperio global.

Este es el factor determinante en la política estadounidense. Parafraseando al gran revolucionario chino Mao Zedong: “los imperialistas —demócratas o republicanos— nunca depondrán sus cuchillos de carnicero y se convertirán en budas”.

Si usted quiere poner fin a este mundo de pesadilla que ha creado el capitalismo-imperialismo, deje de cifrar sus esperanzas en las mismas instituciones creadas y dedicadas a perpetuar el mundo de muerte que usted odia. Emprenda la lucha revolucionaria para hacer caer al imperialismo —en Estados Unidos, Palestina y en todo el mundo— para que la humanidad pueda crear un sistema completamente diferente.