Nos dicen, una y otra vez, que “defender la libertad y la democracia” es el corazón mismo de la política exterior de Estados Unidos, incluida la mentira de que esta es lo que impulsa sus guerras. Y cuando Estados Unidos se alía con dictadores abiertamente crueles, dicen que todavía están “justificados” porque “eso es lo que hace falta para defender nuestra libertad en casa”.

Pero si quieren conocer la realidad, y no un cuento de hadas imperialista, no tienen más que ver lo que ha estado sucediendo esta última semana a las personas que públicamente no estaban de acuerdo con lo que Estados Unidos e Israel están haciendo a los palestinos en la Franja de Gaza.

El ataque de Hamás contra Israel, que implicó el asesinato criminal o el secuestro de civiles no combatientes, conmocionó y horrorizó a gran parte del mundo, al igual que la creciente comprensión de que Israel iba a responder con una matanza en masa a una escala inmensamente más grande contra la población palestina en la Franja de Gaza. Esto puso al descubierto hasta cierto punto la realidad de que, por muy reaccionario y jodido que sea Hamás, la raíz más profunda de la interminable violencia en Israel-Palestina es el despojo original y la limpieza étnica de millones de palestinos para “dejar paso” a un estado judío de Israel hace 75 años, y la opresión y el terror continuados de tipo apartheid dirigidos contra ellos y sus descendientes en Gaza y en Cisjordania de Israel.

Esta brutal realidad choca frontalmente con la mitología del “minúsculo Israel democrático” con sus “valores occidentales de preocupación por la vida humana”, en medio de personas a las que se describe abiertamente como subhumanas. Y así, Estados Unidos, Israel y otras fuerzas reaccionarias simplemente han tratado de descartar cualquier discusión sobre lo que Israel ha hecho a lo largo de su historia hasta hoy como “fuera de lugar”. Para oírlos hablar, el único problema, la única causa de la violencia, es Hamás. Y han aumentado la retórica: primero Hamás era “malvado”, luego añadieron “como ES”, luego añadieron “como el Holocausto nazi”¹. “El objetivo de todo esto es apagar cualquier debate o discusión real, porque en cuanto no está uno de acuerdo con Estados Unidos-Israel, se es un terrorista de Hamás-ES-nazi. 

No obstante, en todo el mundo, los partidarios del pueblo palestino comenzaron a alzar la voz. Y cuando lo hicieron, el martillo cayó, rápido y duro, y en particular en los lugares que son supuestamente “modelos” de la “democracia” y el “libre cuestionamiento”.

Por ejemplo, en Francia, el ministro del Interior ordenó que las autoridades locales prohibieran todas las manifestaciones pro-palestinas. Y el 12 de octubre, “la policía de París utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes propalestinos” que desafiaron la prohibición y se manifestaron contra el gobierno israelí. Mientras tanto, las manifestaciones pro-Israel tuvieron lugar sin interferencias, y la emblemática Torre Eiffel “se iluminó con una estrella de David y el azul y blanco de la bandera israelí”.

En Inglaterra, la ministra del Interior, Suella Braverman, le dijo a la policía del país que agitar una bandera palestina puede ser un delito penal, y dijo literalmente que lo que puede ser permisible en tiempos de paz, tal vez no lo sea en tiempos de guerra. (Véase “Waving Palestinian flag may be a criminal offence, Braverman tells police”, Guardian).

En Estados Unidos, mientras tanto, se está llevando a cabo una campaña masiva para expulsar de la vida pública a las personas que adoptan una postura fuerte contra lo que Israel y Estados Unidos están haciendo y para arruinar sus carreras. El 10 de octubre, Ryna Workman, presidenta de la Asociación de Abogados de Estudiantes (SBA) de la Universidad de Nueva York, escribió una carta en el boletín del grupo en que decía que “Israel tiene toda la responsabilidad por esta tremenda pérdida de vidas. ... Este régimen de violencia sancionada por el estado creó las condiciones que hicieron necesaria la resistencia”.

Para esa misma tarde, el poderoso bufete de abogados Winston & Strawn ya había retirado una oferta previa para contratar a Workman. La SBA informó de que a muchos de sus miembros los estaban “doxeando” [divulgar datos personales de identidad, domicilio, teléfono y trabajo], y recibiendo “hostigamiento y amenazas de muerte” en el Internet. La junta de la SBA inició un proceso para destituir a Workman como presidente. Y el decano de la Facultad de Derecho insinuó que Workman “quizá esté bajo investigación” y quizá esté “sometida a las medidas disciplinarias pertinentes”.

Un ejemplo aún más claro: el lunes, el Comité de Apoyo a Palestina (PSC) de la universidad de Harvard publicó una carta sobre la violencia en Israel, firmada conjuntamente por otros 34 grupos del campus. Esta carta pone de relieve la tremenda opresión histórica y el peligro actual al que se enfrentan millones de palestinos:

Los acontecimientos de hoy no se han producido en el vacío. Durante las dos últimas décadas, millones de palestinos en Gaza han estado obligados a vivir en una prisión al aire libre. Los funcionarios israelíes prometen “abrir las puertas del infierno”, y las masacres en Gaza ya se han iniciado. Los palestinos en Gaza no tienen refugios donde guarecerse ni ningún lugar por donde escapar. En los próximos días, los palestinos serán obligados a soportar todo el peso de la violencia de Israel.

Aunque la carta tiene sus deficiencias, su eje central es completa e indiscutiblemente cierto, y hace falta con urgencia que sea parte del agitado debate sobre la guerra en curso contra Gaza². Y en cualquier caso, se trata de una carta, la forma más básica y simple de la supuesta “libertad de expresión” de la que alardea Estados Unidos.

¿Así que qué pasó?

Meta ha suspendido temporalmente la cuenta de Instagram del PSC.

El profesor de Informática de Harvard Boaz Barak solicitó que la Universidad quitara las afiliaciones de las organizaciones a la escuela. El capítulo de Harvard de Hillel (una organización judía del campus) denunció la carta como “antisemita”, aunque no hay ni rastro de antisemitismo en ella.

Al cierre la noche del lunes, 2.100 personas “afiliadas a Harvard” habían firmado declaraciones de denuncia a la carta, entre ellas políticos demócratas y republicanos de relevancia nacional como el representante Ritchie J. Torres (demócrata por Nueva York), la representante Elise M. Stefanik (republicana por Nueva York) y el ex alcalde de Nueva York Bill de Blasio.

Para aclarar su posición, una portavoz del PSC escribió que “rechaza la acusación de que nuestra declaración anterior pudiera interpretarse como un apoyo a la muerte de civiles... Para reiterar lo que debería ser obvio: el PSC se opone incondicionalmente a la violencia contra civiles, palestinos, israelíes o de otro tipo”. También señaló acertadamente que “es inaceptable que se espere siempre que los palestinos y los grupos que los apoyan adelanten sus declaraciones con una condena a la violencia”.

Pero esto no hizo nada para frenar el creciente frenesí de ataques. El miércoles, “el multimillonario ejecutivo en jefe de un fondo especulativo, Bill Ackman, y varios otros líderes empresariales [exigieron que] la Universidad de Harvard hiciera públicos los nombres de los estudiantes cuyas organizaciones firmaron una carta”. Ackman “dijo que quería asegurarse de que su empresa y otras no ‘contrataran inadvertidamente’ a ningún estudiante perteneciente a los grupos de Harvard que firmaron la carta”.

Piénselo: ¡cualquier estudiante que haya pertenecido a alguno de los grupos que firmaron una carta contra la matanza de palestinos corre el riesgo de inclusión en una lista negra para el resto de su vida!

También el miércoles, un “camión con vallas publicitarias se circuló cerca del campus de Harvard el miércoles que exhibía los nombres y fotos de estudiantes de Harvard cuyas organizaciones” firmaron la declaración del PSC. La manta sobre las fotos decía “Los antisemitas líderes de Harvard”. Ahora no sólo amenazaban a los puestos de trabajo y las posibles carreras profesionales, sino incluso la vida de los estudiantes relacionados de algún modo con el apoyo a Palestina.

Ante esto, la CNN informó de que ocho de las 34 organizaciones firmantes originales retiraron su apoyo. Y el PSC se sintió compelido a quitar la lista de firmantes de la Carta, cerrar su sitio web al público y posponer una vigilia “para llorar la vida perdida de todos los civiles” que se había planeado para el 10 de octubre.

Así que examinemos nuestra “tarjeta de puntuación de la libertad”: Estados Unidos está armando y apoyando al “minúsculo” Israel, que ejerce un terror armado (es decir, una dictadura) contra millones de palestinos en Gaza y Cisjordania, y actualmente está en proceso de establecer un gobierno fascista a pesar de sus oponentes judíos. Y como parte de hacerlo, Estados Unidos está creando una situación en la que otros países, incluido el propio Estados Unidos, podrían ser arrastrados hacia una guerra más amplia, más grande y devastadora, sobre la cual, para decir lo obvio, no “están consultando” a las masas de personas. Y sí están mintiendo descaradamente sobre lo que hacen y por qué lo hacen.

¿Y si todo esto no es de tu agrado y lo dices públicamente? La actitud del sistema es “siéntese y cállese la boca, maldita sea, o aplastaremos sus perspectivas como a un escarabajo antes siquiera de que tenga la oportunidad de salir al mundo”.

Como Bob Avakian dijo:

La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es la democracia, sino el capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen. Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen. (Lo BAsico 1:3)

¿Entendido? Bien, porque ya es hora de luchar como un carajo para deshacernos de él.